En Colombia, hay palabras que cuentan historias y tradiciones con solo mencionarlas. Una de ellas es “ñapa“, un término que lleva consigo el espíritu de la generosidad y la cercanía que caracteriza a nuestra cultura.
La ñapa no es solo un “regalo extra”; es un símbolo de cortesía y gratitud que se da como muestra de aprecio. Su presencia es común en mercados, tiendas de barrio y hasta en plazas de pueblos, donde la interacción entre vendedor y comprador va más allá de una simple transacción.
Imagina que compras frutas en la plaza y, al final, el vendedor te regala una mandarina o un puñado de uvas como agradecimiento. Esa es la esencia de la ñapa: un gesto que refuerza el valor de las relaciones humanas de nuestro país, donde no solo se intercambian productos, sino también sonrisas y calidez.
Lo más bonito de la ñapa es que se da sin esperar nada a cambio, como una forma de decir: “Gracias por elegirnos”. Este pequeño regalo puede parecer insignificante, pero encierra una conexión profunda con nuestra identidad cultural, recordándonos que la generosidad nunca pasa de moda.
Así que, la próxima vez que visites un mercado o una tienda de barrio, recuerda que pedir o recibir una ñapa es más que un intercambio; es un pedacito de nuestra tradición que nos invita a mantener viva esa amabilidad criolla que nos hace únicos.